Tornallom es un mapa colaborativo de iniciativas económicas solidarias del País Valenciano. En él, podemos encontrar organizaciones, colectivos, empresas, cooperativas, etc. que siguen valores éticos como clave para la transformación social. Pero no solo es un mapa y una herramienta de evaluación de criterios éticos y solidarios. Tornallom también pretende ser una comunidad activista abierta… Llegir més
Tornallom es un mapa colaborativo de iniciativas económicas solidarias del País Valenciano. En él, podemos encontrar organizaciones, colectivos, empresas, cooperativas, etc. que siguen valores éticos como clave para la transformación social.
Pero no solo es un mapa y una herramienta de evaluación de criterios éticos y solidarios. Tornallom también pretende ser una comunidad activista abierta y motivada a participar, hacer sinergias y articular entorno al mundo de la economía social y solidaria (ESS)
¿Cómo se construyen las sinergias entre los diferentes colectivos y organizaciones que forman parte de Tornallom?
Tornallom es una herramienta que no solo está pensada para facilitar el trabajo en red entre proyectos e iniciativas que están en el mapa, sino también con otros que todavía no están, pero comparten los 15 criterios en los cuales se basa el formulario para analizar la sostenibilidad y cuidado del equipo o la comunidad, el impacto social en su entorno y el impacto ambiental.
El proyecto busca fomentar la intercooperación entre entidades, que las iniciativas no estén aisladas, que cuenten las unas con las otras, que nos pensemos como una red de economías transformadoras. Si tenemos unos criterios en común, debemos de contar las unas con las otras, ¿no?
Nos gusta mucho cuando son las mismas entidades las que sugieren nuevos puntos, cuando nos hablan de otras iniciativas afines que conocen y que podrían sumarse al mapa, cuando incluso hacen de aixadetes y participan en las entrevistas a nuevos puntos. Es muy enriquecedor compartir este proceso hablando de tú a tú con proyectos parecidos y de manera horizontal. Se ponen en común muchas experiencias, dificultades, éxitos, surgen ideas… En resumen, crecemos como red, y vamos despacio vertebrando realmente el territorio alrededor de prácticas más éticas, justas, horizontales y sostenibles en pro de una transformación económica y social.
¿Cómo es el proceso de incorporación de una organización o colectivo al proyecto?
Hay muchas maneras de colaborar con Tornallom, porque se trata de un proyecto abierto donde todo el mundo tiene cabida: desde formar parte del equipo de aixadetes, que son las que van “labrando” el territorio, buscando sazón de economía social y solidaria https://tornallom.org/ca/fes-te-aixadeta/, hasta proponer puntos nuevos desde el formulario web https://tornallom.org/ca/proposa-un-punt/ o apoyar a los proyectos que conformen el mapa de alternativas económicas y solidarias (adquiriendo sus servicios, comprando sus productos, difundiendo sus actividades, etc.).
Cuando un proyecto considera que cumple, al menos, la mitad + 1 de los criterios tornallom, puede contactar con nosotros para presentarse y que empezamos a hablar de cara a pasar a la entrevista; ésta, lejos de ser un examen, es una oportunidad donde compartir e intercambiar experiencias con el objetivo de aprender entre todas. El equipo de aixadetes es quien, a posteriori de la entrevista, valora – de acuerdo a los criterios – y decide si un proyecto está preparado o no para ser incorporado al mapa. Tener una puntuación baja en algún campo no tiene connotaciones negativas: al contrario, significa que hay capacidad de mejora en ese aspecto dentro de la iniciativa.
En estos momentos, uno de los objetivos más importantes que tenemos es consolidar un equipo de aixadetes en todo el territorio. El año pasado, con la pandemia, se hizo difícil poder reunirnos y continuar haciendo piña. Esperamos que todo pase pronto, y así poder hacer encuentros presenciales para compartir conocimientos y motivar a la gente a participar y sumarse al proyecto como aixadetes, que son una pieza clave a la hora de hacer red y comunidad.
¿Qué valoración hacéis del estado de la Economía Social y Solidaria en el País Valenciano?
La Red de Economía Alternativa y Solidaria (REAS-PV) https://reaspaisvalencia.org lleva desde el año 2014 tratando de aglutinar y articular iniciativas asociativas, empresariales, económicas y financieras comprometidas con los principios de la Carta Solidaria (Igualdad y equidad, trabajo, medio ambiente, cooperación, sin carácter lucrativo y compromiso con el entorno).
Fue con el proyecto Tornallom, lanzado hace unos 3 años, cuando se puso de manifiesto una herramienta práctica para poder ofrecerla a la sociedad y visibilizar alternativas más éticas y responsables. De este modo, cualquier persona preocupada por sus hábitos de consumo puede encontrar en este mapa, un directorio donde consultar qué tiene tanto a su alrededor como en todo el territorio.
Por eso es importante ir mapeando y visualizando, despacio, todas esas alternativas económicas y solidarias, todos esos proyectos e iniciativas con valores que respetan el medio ambiente, que ponen los cuidados en el centro, que impactan positivamente en nuestros territorios y contribuyen a otras maneras de hacer más sostenibles y éticas. ¡De este modo, además, también se puede motivar la aparición de nuevas iniciativas!
¿Hay mucha diferencia en cuanto a participación en la Economía Social y Solidaria entre las zonas rurales y los cascos urbanos? ¿Y en Tornallom?
A pesar de que la gran mayoría de entidades que conforman la Red de ESS en el País Valenciano tienen su sede física a grandes cascos urbanos, desde Tornallom, a la hora de nutrir el mapa, tratamos de que no haya diferencias.
Pensamos que estos dos mundos, el rural y el urbano, se necesitan entre ellos. Si bien es cierto que en los cascos urbanos podría parecer que encontremos más alternativas de servicios, es en los entornos rurales donde encontramos los verdaderos proyectos de economía transformadora desconocidos, produciendo, luchando por la recuperación de las tradiciones y la cultura, el territorio y el paisaje; haciendo frente al despoblamiento y apostando contundentemente por la soberanía alimentaria.
Desde la ruralidad se promueven valores de proximidad, apoyo mutuo, cura de los comunes. Y estos son valores muy del Tornallom, palabra tradicional valenciana que quiere decir “devolver el lomo”: era la manera natural de trabajar en comunidad para hacer tareas del campo o del entorno rural (que son las que alimentan y dan vida en nuestros pueblos). En un/a tornallom se necesitan muchas manos, trabajar en equipo de forma coordinada; implica mucho aprendizaje y requiere motivación, solidaridad, cuidados y sobretodo reciprocidad.
Tenemos que intercooperar y apoyarnos, estemos en el campo o la ciudad, hemos de ser cada día más tornallomers y tornallomeres.
¿Cómo podemos acercar la economía social y solidaria a la ciudadanía? ¿Qué papel puede tener la educación reglada en este sentido?
Partiendo de la base que todas y todos hacemos economía, tenemos que reforzar la idea de que la ciudadanía tiene mucho potencial a la hora de decidir que compra, qué proyectos quiere sostener, o que quiere financiar con sus ahorros. Muchas veces se tiene una sensación de indefensión ante la gestión de nuestros recursos, pero en realidad, todas podemos actuar para generar una economía más justa y solidaria. Consumir tendría que ser un acto consciente para poner en práctica nuestros valores, nuestro poder a la hora de mejorar nuestro entorno y la vida en nuestras comunidades.
La educación, reglada y no reglada, tendría que tener un papel fundamental en este sentido. Es muy necesario concienciar y educar en la reapropiación de la economía, porque como decíamos, todas y todos hacemos economía, por lo que no tiene sentido dejar que unos desconocidos que no actúan por el bien común, promueven valores no democráticos y no se preocupan por el medio ambiente, determinen la gestión de nuestros recursos o decidan por nosotros.
Desde la Economía Social y Solidaria tratamos recuperar el espacio central que las personas tendrían que tener en la gestión de la satisfacción de las propias necesidades, poniendo a la economía al servicio del bienestar de las personas y no a la inversa. Hay que trabajar una educación con valores que promueva la inclusión social y la justicia social y medioambiental. Si provocamos reflexiones y promovemos la conciencia crítica entre la población durante su etapa educativa, posiblemente conseguiremos aumentar el impacto de este espíritu crítico e integrarlo dentro de la comunidad, produciendo cambios en el consumo y una auténtica transformación social a partir de pequeñas acciones cotidianas.